Conferencia Luis Amaya


Acto central por el IV Aniversario de Acude

Cuando hablamos de cultura, lo primero que se nos viene a la mente son ideas como arte, investigación, saber, civilización, etc. Pero, al mismo tiempo aparecen mezclados otros términos como estilo de vida, relaciones, valores, costumbres, tradiciones, etc. ¿De dónde vienen estos dos grupos de términos tan diferentes? Es cierto que, lo que tradicionalmente se ha entendido como cultura, es decir las artes, las ciencias o la civilización, mantiene y forma parte del concepto que algunos autores lo denominan cultura alta, pero hay  otra cultura, que es más un concepto antropológico, que es lo que se ha dado en llamar cultura vivida: conjunto de principios y valores que constituyen el ethos de un pueblo

¿CÒMO HA EVOLUCIONADO EL CONCEPTO CULTURA?
Kroeber y Kluckhohn en 1952 intentaron recopilar todas las definiciones existentes hasta entonces del concepto de cultura, en su intento recogieron un total de 150 definiciones diversas. La primera de ellas, dada por Tylor en 1871 y que serviría de base a todas las posteriores, definía la cultura como el complejo unitario que incluye el conocimiento, la creencia, el arte, la moral, las leyes y cualquier otra actividad y costumbre adquirida por el hombre como miembro de la sociedad. Hay definiciones que se limitan a señalar la cultura como aquello que distingue al hombre de los animales o a introducir las creencias como parte de las definiciones, pero, siempre fuera de un concepto trascendental de la cultura.
Todas las definiciones recogidas por los autores, a pesar de tocar innumerables detalles, se quedan incompletas, puesto que la mayor parte de las veces se detienen justo donde una visión antropológica de la cultura debería empezar, es decir en la apertura a la trascendencia por parte de hombre.

¿QUÉ DICE A TODO ESTO LA UNESCO?
En una Asamblea General de la UNESCO, año 1983, Ciudad de México, en una declaración firmada por más de 120 representantes de otros tantos países, se recogía la siguiente definición:
“En su sentido más amplio, la cultura puede ser considerada como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Engloba además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. La cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es la cultura la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. Es por la cultura que discernimos los valores y hacemos las opciones. Es por ella que el hombre se expresa, toma conciencia de sí, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevos significados y crea obras que los trascienden”.
Aquí, en esta declaración, podemos recrear tres elementos que, desde un punto de vista antropológico, podemos destacar.
- Se ponen juntos los rasgos espirituales y materiales del hombre: Unidad espíritu – cuerpo.
- La cultura hace de los hombres seres específicamente humanos.
- A través de ella el hombre se reconoce como un proyecto inacabado: apertura a la Trascendencia.
Curiosa y coincidentemente, en estos tres elementos se ve claramente la influencia de KarolWojtila, el Papa Juan Pablo II con su concepción antropológica de la cultura y puesta de manifiesto en el discurso ya citado ante la UNESCO, el 2 junio 1980, París, tres años antes.
Nos parece especialmente importante la apertura a la Trascendencia que expresa la definición de la UNESCO. En efecto, si la humanidad quiere ponerse realmente ponerse de frente a sí misma y de frente al mundo la Trascendencia es fundamental.

¿QUÉ MÁS ES CULTURA?
De toda una lectura de autores que han construido experiencias de trabajo en la cultura generando corrientes y sociedades, podemos marcar un camino…
Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo…
La cultura, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos. De aquí se sigue que la cultura humana presenta necesariamente un aspecto histórico y social y que la palabra cultura asume con frecuencia un sentido sociológico y etnológico.
En este sentido se habla de la pluralidad de culturas. Estilos de vida común diversos y escalas de valores diferentes encuentran su origen en la distinta manera de servirse de las cosas, de trabajar, de expresarse, de establecer leyes e instituciones jurídicas, de desarrollar las ciencias, las artes y de cultivar la belleza.
Así, las costumbres recibidas forman el patrimonio propio de cada comunidad humana. Así también es como se constituye un medio histórico determinado, en el cual se inserta el hombre de cada nación o tiempo y del que recibe los valores para promover la civilización humana.
Resumiendo estas ideas, podemos advertir dos aspectos:
En primer lugar, la humanidad en su conjunto procura que los beneficios de la civilización y de la cultura se extiendan a todos y a cada hombre de la tierra y tal objetivo, que se corresponde con una nueva consciencia, es percibido como dependiente de la voluntad colectiva de los hombres mismos.
En segundo lugar, la evolución de las culturas, que caracteriza los comportamientos de los hombres y de los grupos representa una apuesta decisiva para el futuro del mundo.

LA CULTURA HOY DEBE SER UNA ECOLOGÍA DEL ESPÍRITU.
¿En qué sentido se habla de ecología del espíritu, al servicio del hombre? Hemos visto como el mundo de la cultura está llamado a construir el hombre, a sostener su camino en la búsqueda de la verdad, del bien, de la belleza. La cultura es unidad, no dispersión; es riqueza no empobrecimiento; es una búsqueda apasionada y estupenda síntesis en la cual los valores supremos de la existencia, incluso en sus contrastes entre luces y sombras, entre bien y mal, son ordenados al conocimiento profundo del hombre, a su mejoramiento y no a su degradación.

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